anarquía
Dijo el estandarte de la Desobediencia Civil (Civil Disobedience, 1849):
"Creo de todo corazón en el lema 'El mejor gobierno es el que tiene que gobernar menos' [United States Magazine and Democratic Review, 1837-1859], y me gustaría verlo hacerse efectivo más rápida y sistemáticamente. Bien llevado, finalmente resulta en algo en lo que también creo: 'El mejor gobierno es el que no tiene que gobernar en absoluto'. Y cuando los pueblos estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tengan. En el mejor de los casos, el gobierno no es más que una conveniencia, pero en su mayoría los gobiernos son inconvenientes y todos han resultado serlo en algún momento. (...) El gobierno en sí, que es únicamente el modo escogido por el pueblo para ejecutar su voluntad, está igualmente sujeto al abuso y la corrupción antes de que el pueblo pueda actuar a través suyo."
"Creo que antes que súbditos tenemos que ser hombres. No es deseable cultivar respeto por la ley más de por lo que es correcto. La única obligación a la que tengo derecho de asumir es a la de hacer siempre lo que creo correcto. (...) La ley nunca hizo a los hombres un ápice más justos; y, a causa del respeto por ella, aún el hombre bien dispuesto se convierte a diario en el agente de la injusticia. (...) La ley nunca hará a los hombres libres; son los hombres los que tienen que hacer a la ley libre."
"Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución; es decir, el derecho a negarse a la obediencia y poner resistencia al gobierno cuando éste es tirano o su ineficiencia es mayor e insoportable."
"Toda votación es un tipo de juego como las damas o el backgammon, con un ligero tinte moral, un jueguito entre lo correcto y lo incorrecto con preguntas morales, acompañado, naturalmente, de apuestas. El carácter de los votantes no entra en juego. Deposito mi voto, por si acaso, pues lo creo correcto, pero no estoy comprometido en forma vital con que esa corrección prevalezca. Se lo dejo a la mayoría. La obligación de mi voto, por lo tanto, nunca excede la conveniencia. Aún votar por lo correcto no es hacer nada por ello. Es simplemente expresar bien débilmente ante los demás un deseo de que eso (lo correcto) prevalezca. El hombre sabio no deja el bien a la merced del chance, ni desea que prevalezca por el poder de la mayoría. Hay poca virtud en la acción de las masas."
"Cuando yo converso con el más libre de mis vecinos, me doy cuenta de que cualquier cosa que mi interlocutor diga sobre la magnitud y seriedad de un asunto, lo mismo que su preocupación por la tranquilidad pública, me la presenta sujeta a la protección del Gobierno vigente y más bien se espanta de las consecuencias que la desobediencia les pueda acarrear a su propiedad y a sus familias. Por mi parte, no quiero ni pensar que alguna vez dependa de la protección del Estado. Pero si yo niego la autoridad del Estado cuando éste me presenta la cuenta de los impuestos, pronto se llevarán y gastarán mis propiedades y me acosarán a mí y a mis hijos indefinidamente. Esto es doloroso. Esto hace imposible a la persona vivir honestamente y al tiempo con comodidad en lo que a exterioridades respecta. No vale la pena acumular propiedades que de seguro se volverán a ir. Hay que alquilar o invadir cualquier predio, cultivar una pequeña cosecha y comérsela pronto. Hay que vivir dentro de sí mismo y depender de uno mismo, siempre arremangado y listo a arrancar, sin tener muchos asuntos pendientes. (...) En todo caso, me sale más barato sufrir el castigo por desobediencia al Estado que obedecer. Me sentiría que yo mismo valdría menos."
"Lo que la mayor parte de mis convecinos consideran bueno, en lo hondo de mi alma yo lo tengo por malo; y si de algo he de arrepentirme puede que sea de mi buen comportamiento."
"Deseo por igual ser un buen vecino y un mal ciudadano."
"Hace unos años, el Estado me llamó a favor de la Iglesia y me conminó a pagar una suma para el mantenimiento de un clérigo, cuyos sermones mi padre escuchaba, pero yo no. “Pague”, se me dijo, “o será encerrado en la cárcel”. Yo me negué a pagar. (...) Sin embargo, a petición de los Concejales, fui condescendiente como para hacer la siguiente declaración por escrito: “Sírvanse enterarse de que yo, Henry Thoreau, no deseo ser considerado miembro de ninguna sociedad a la cual yo mismo no me haya unido”.
"Hace seis años que no pago el impuesto de empadronamiento. Me apresaron una vez por eso, por una noche. Y mientras meditaba sobre el grosor de los muros de piedra, de dos o tres pies de ancho, de la puerta de madera y hierro de un pie de espesor, y de las rejas de hierro por las que se colaba la luz, no pude evitar aterrarme de la tontería de aquella institución que me trataba como si yo no fuera más sino carne, sangre y huesos que encerrar. Concluí finalmente que ésta era la mayor utilidad que el Estado podía sacar de mí y que nunca pensó en beneficiarse de alguna manera con mis servicios. Pensé que si había un muro de piedra entre mis conciudadanos y yo, había uno mucho más difícil de trepar o atravesar antes de que ellos pudieran llegar a ser tan libres como yo."
"El Estado, pues, nunca confronta a conciencia la razón de una persona, intelectual o moralmente, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está equipado con un ingenio superior o una honestidad superior, sino con fuerza superior. Yo no nací para ser forzado. Respiro a mi manera. Ya veremos quién es el más fuerte."
"Cuando el súbdito se ha negado a someterse y el funcionario renuncia a su cargo, la revolución se ha logrado."
"Mis pensamientos asesinan al Estado. (...) Me cuesta menos, en todos los sentidos, el incurrir en pena de desobediencia al Estado que el obedecer, en cuyo caso me sentiría mermado en mi propia estima."
"Declaro llanamente mi guerra al Estado, a mi modo, aunque seguiré haciendo uso y obteniendo cuantas ventajas pueda de él, como es habitual en estos casos."
"¿Es la democracia que conocemos la última mejora posible de gobierno? ¿No es posible adelantar un paso en el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello."
"Creo de todo corazón en el lema 'El mejor gobierno es el que tiene que gobernar menos' [United States Magazine and Democratic Review, 1837-1859], y me gustaría verlo hacerse efectivo más rápida y sistemáticamente. Bien llevado, finalmente resulta en algo en lo que también creo: 'El mejor gobierno es el que no tiene que gobernar en absoluto'. Y cuando los pueblos estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tengan. En el mejor de los casos, el gobierno no es más que una conveniencia, pero en su mayoría los gobiernos son inconvenientes y todos han resultado serlo en algún momento. (...) El gobierno en sí, que es únicamente el modo escogido por el pueblo para ejecutar su voluntad, está igualmente sujeto al abuso y la corrupción antes de que el pueblo pueda actuar a través suyo."
"Creo que antes que súbditos tenemos que ser hombres. No es deseable cultivar respeto por la ley más de por lo que es correcto. La única obligación a la que tengo derecho de asumir es a la de hacer siempre lo que creo correcto. (...) La ley nunca hizo a los hombres un ápice más justos; y, a causa del respeto por ella, aún el hombre bien dispuesto se convierte a diario en el agente de la injusticia. (...) La ley nunca hará a los hombres libres; son los hombres los que tienen que hacer a la ley libre."
"Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución; es decir, el derecho a negarse a la obediencia y poner resistencia al gobierno cuando éste es tirano o su ineficiencia es mayor e insoportable."
"Toda votación es un tipo de juego como las damas o el backgammon, con un ligero tinte moral, un jueguito entre lo correcto y lo incorrecto con preguntas morales, acompañado, naturalmente, de apuestas. El carácter de los votantes no entra en juego. Deposito mi voto, por si acaso, pues lo creo correcto, pero no estoy comprometido en forma vital con que esa corrección prevalezca. Se lo dejo a la mayoría. La obligación de mi voto, por lo tanto, nunca excede la conveniencia. Aún votar por lo correcto no es hacer nada por ello. Es simplemente expresar bien débilmente ante los demás un deseo de que eso (lo correcto) prevalezca. El hombre sabio no deja el bien a la merced del chance, ni desea que prevalezca por el poder de la mayoría. Hay poca virtud en la acción de las masas."
"Cuando yo converso con el más libre de mis vecinos, me doy cuenta de que cualquier cosa que mi interlocutor diga sobre la magnitud y seriedad de un asunto, lo mismo que su preocupación por la tranquilidad pública, me la presenta sujeta a la protección del Gobierno vigente y más bien se espanta de las consecuencias que la desobediencia les pueda acarrear a su propiedad y a sus familias. Por mi parte, no quiero ni pensar que alguna vez dependa de la protección del Estado. Pero si yo niego la autoridad del Estado cuando éste me presenta la cuenta de los impuestos, pronto se llevarán y gastarán mis propiedades y me acosarán a mí y a mis hijos indefinidamente. Esto es doloroso. Esto hace imposible a la persona vivir honestamente y al tiempo con comodidad en lo que a exterioridades respecta. No vale la pena acumular propiedades que de seguro se volverán a ir. Hay que alquilar o invadir cualquier predio, cultivar una pequeña cosecha y comérsela pronto. Hay que vivir dentro de sí mismo y depender de uno mismo, siempre arremangado y listo a arrancar, sin tener muchos asuntos pendientes. (...) En todo caso, me sale más barato sufrir el castigo por desobediencia al Estado que obedecer. Me sentiría que yo mismo valdría menos."
"Lo que la mayor parte de mis convecinos consideran bueno, en lo hondo de mi alma yo lo tengo por malo; y si de algo he de arrepentirme puede que sea de mi buen comportamiento."
"Deseo por igual ser un buen vecino y un mal ciudadano."
"Hace unos años, el Estado me llamó a favor de la Iglesia y me conminó a pagar una suma para el mantenimiento de un clérigo, cuyos sermones mi padre escuchaba, pero yo no. “Pague”, se me dijo, “o será encerrado en la cárcel”. Yo me negué a pagar. (...) Sin embargo, a petición de los Concejales, fui condescendiente como para hacer la siguiente declaración por escrito: “Sírvanse enterarse de que yo, Henry Thoreau, no deseo ser considerado miembro de ninguna sociedad a la cual yo mismo no me haya unido”.
"Hace seis años que no pago el impuesto de empadronamiento. Me apresaron una vez por eso, por una noche. Y mientras meditaba sobre el grosor de los muros de piedra, de dos o tres pies de ancho, de la puerta de madera y hierro de un pie de espesor, y de las rejas de hierro por las que se colaba la luz, no pude evitar aterrarme de la tontería de aquella institución que me trataba como si yo no fuera más sino carne, sangre y huesos que encerrar. Concluí finalmente que ésta era la mayor utilidad que el Estado podía sacar de mí y que nunca pensó en beneficiarse de alguna manera con mis servicios. Pensé que si había un muro de piedra entre mis conciudadanos y yo, había uno mucho más difícil de trepar o atravesar antes de que ellos pudieran llegar a ser tan libres como yo."
"El Estado, pues, nunca confronta a conciencia la razón de una persona, intelectual o moralmente, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está equipado con un ingenio superior o una honestidad superior, sino con fuerza superior. Yo no nací para ser forzado. Respiro a mi manera. Ya veremos quién es el más fuerte."
"Cuando el súbdito se ha negado a someterse y el funcionario renuncia a su cargo, la revolución se ha logrado."
"Mis pensamientos asesinan al Estado. (...) Me cuesta menos, en todos los sentidos, el incurrir en pena de desobediencia al Estado que el obedecer, en cuyo caso me sentiría mermado en mi propia estima."
"Declaro llanamente mi guerra al Estado, a mi modo, aunque seguiré haciendo uso y obteniendo cuantas ventajas pueda de él, como es habitual en estos casos."
"¿Es la democracia que conocemos la última mejora posible de gobierno? ¿No es posible adelantar un paso en el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello."
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Estatua en honor a Henry David Thoreau, en Walden Pond (Massachusetts).
Detrás, una réplica de la cabaña en la que vivió entre 1845 y 1847.
Fuente: Talkingtree
Detrás, una réplica de la cabaña en la que vivió entre 1845 y 1847.
Fuente: Talkingtree
"Cualquier hombre que tenga más razón que sus prójimos ya constituye una mayoría de uno."
(Henry David Thoreau)
1 comentario:
Susana... ¿¿¡¡eres anarquista!!??
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