martes, 26 de enero de 2010

HERMENÉUTICA DE UNA FLECHA

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LA FLECHA

..........No importa que la flecha no alcance el blanco
Mejor así
..........No capturar ninguna presa
..........No hacerle daño a nadie
pues lo importante
es el vuelo ..........la trayectoria ..........el impulso
..........el tramo de aire recorrido en su ascenso
..........la oscuridad que desaloja al clavarse
vibrante
..........en la extensión de la nada
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La flecha nunca llegará a su destino, es el aleph de Borges. Es incapaz de seguir la línea recta, como el poema, cuyos versos flotan en el aire, imitándola. Por eso está condenada al eterno devenir. Flecha errante, vagabunda, igual que las palabras y los vacíos que la versifican.

La flecha es el flâneur de Walter Benjamin (recuerdos de Baudelaire), un caminante que pasea por la ciudad solamente por el placer de perderse entre las calles, los cafés y los pasajes de las ciudades modernas. Es un vagabundeo intencional que no tiene un tiempo de llegada y, aún menos, un punto fijado donde concluya su jornada.

Frente a la meta como exclusividad inhumana y fría, la humanidad y la belleza del recorrido; frente a ese éxito espúreo por el que todos babean y que nunca les hará realmente felices, el placer y el disfrute del "simple" peregrinar; y frente a la fealdad del materialismo, la estética del camino como teleología.

Es una oda a la libertad y al individualismo desprovisto de egoísmo. Y también es una oda a la creatividad desde la nada. Es el sueño del ser humano libre y desprejuiciado, dispuesto a dar a luz belleza en un mundo que camina en otra dirección.

El arquero que dispara esa flecha desea, por encima de todo, que triunfe el acto poético, la individualidad libre de ataduras, la creación desde la nada. Que cada cual siga su trayectoria sin dar explicaciones de ella a nadie. Que el individuo desoiga los mandatos y convencionalismos de la sociedad en que vive, que le oprime y le esclaviza, impidiéndole ser él mismo. Que expresemos nuestros pensamientos y nuestros sentimientos en libertad y sin temor a los demás, sin temor a nada.

Así comienza la verdadera creación. ¡Viva el acto poético libre!

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"José Emilio Pacheco", ilustración de Juan Vida.
Fuente:
La Estafeta del Viento
"Los poemas en prosa de José Emilio Pacheco"
 
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"He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada."
(Gabriel García Márquez) 

2 comentarios:

Brujo dijo...

Se nota que engulles poesía y que piensas y tienes la sensibilidad de un poeta.....
Pero cómo es posible que veas todo eso??? El caso es que tiene sentido todo lo que dices y releyéndola luego, pues tiene aun más sentido. Dónde narices estabas cuando yo tenía que hacer mis comentarios de textos literarios del bachillerato??? Seguro que les hacías los deberes a todos. Me pregunto qué les pedías a cambio, porque conociéndote seguro que les pedías algo totalmente inesperado. Se te quiere.

Jesús Ruiz Pérez dijo...

Querida Susana,
enhorabuena. Te leo entre el propio trajín, y veo que tienes toda la razón. Vértigo de los días sin diana: pero no nos damos cuenta, y sólo pensamos hacia adelante, que es la nada poblada por otros afanes.
Gracias por tus poéticas entradas, tanto esta como la anterior. Aunque no escriba siempre al pie, te sigo.
Un cariñoso recuerdo,
Jesús