contra la dictadura
Porque la solución, el camino al menos, no está en estas urnas, no está en legitimar a una casta y su sistema partitocrático, injusto y esclavista. No delegues tu responsabilidad política en personas y partidos que solo desean poder y que son corruptos. No te declares menor de edad. No permitas que otros piensen y hagan lo que TÚ debes pensar y hacer...
¡¡ NO VOTES, DESOBEDECE Y LUCHA !!
Por su interés para la verdadera democracia, aquella de la que carecemos, para luchar contra la dictadura oligárquica que vivimos, quiero compartir con los lectores -que llegan a este mi refugio- este texto del geógrafo humanista Élisée Reclus:
Votar es abdicar; nombrar uno o varios amos para un periodo corto o largo es renunciar a la propia soberanía. Ya se trate de un monarca absoluto, de un príncipe constitucional o simplemente de un mandatario provisto de una pequeña parte de realeza, el candidato al que llevéis al trono o al sillón será vuestro superior. Estaréis nombrando a hombres que están por encima de las leyes porque se encargan de redactarlas y su misión es haceros obedecerlas.
Votar es ser un ingenuo; es creer que hombres como vosotros adquirirán de repente, al tocar un timbre, la virtud de saberlo todo y de comprenderlo todo. Vuestros mandatarios se encargarán de legislar sobre todas las cosas, desde las cerillas hasta los barcos de guerra, desde el podado de los árboles hasta la exterminación de poblados rojos o negros, pareciéndoos que su inteligencia aumenta en proporción a la inmensidad de su tarea. La Historia nos enseña que ocurre todo lo contrario. El poder siempre ha trastornado, la palabrería siempre ha embrutecido. En las asambleas soberanas, la mediocridad prevalece fatalmente.
Votar es evocar la traición. Sin duda, los votantes creen en la honestidad de aquellos a los que entregan su voto, y quizá tengan razón el primer día, cuando los candidatos están todavía con el fervor de su primer amor. Pero cada día tiene su día siguiente. En cuanto cambia el medio, cambia el hombre con él. Hoy el candidato se inclina ante vosotros, y puede que se agache aún más; mañana, se enderezará y puede que más alto. Mendigaba los votos, os dará órdenes. El obrero, convertido en contramaestre, ¿podrá seguir siendo como era antes de haber obtenido el favor del patrón? El apasionado demócrata ¿no aprende a doblar el lomo cuando el banquero se digna a invitarlo a su despacho, o cuando los lacayos del rey le hacen el honor de darle conversación en la antecámara? La atmósfera de esos cuerpos legislativos es malsana, enviáis a vuestros mandatarios a un medio corrupto; no os extrañe si salen corrompidos.
No abdiquéis, no impliquéis en vuestro destino a hombres incapaces por fuerza o a futuros traidores. ¡No votéis! En lugar de confiar a otros vuestros intereses, defendedlos vosotros mismos; en lugar de buscar abogados para proponer un mundo futuro de acción, actuad. No faltan las ocasiones para los hombres de buena voluntad. Arrojar sobre los otros la responsabilidad de su conducta es falta de valentía.
(Clarens, Vaud, 26 de septiembre de 1885)
Fuente: Tierra y Libertad
Ver: NO VOTES, ¡LUCHA! (Primera parte)
Ver: NO VOTES, ¡LUCHA! (Tercera parte)
Votar es abdicar; nombrar uno o varios amos para un periodo corto o largo es renunciar a la propia soberanía. Ya se trate de un monarca absoluto, de un príncipe constitucional o simplemente de un mandatario provisto de una pequeña parte de realeza, el candidato al que llevéis al trono o al sillón será vuestro superior. Estaréis nombrando a hombres que están por encima de las leyes porque se encargan de redactarlas y su misión es haceros obedecerlas.
Votar es ser un ingenuo; es creer que hombres como vosotros adquirirán de repente, al tocar un timbre, la virtud de saberlo todo y de comprenderlo todo. Vuestros mandatarios se encargarán de legislar sobre todas las cosas, desde las cerillas hasta los barcos de guerra, desde el podado de los árboles hasta la exterminación de poblados rojos o negros, pareciéndoos que su inteligencia aumenta en proporción a la inmensidad de su tarea. La Historia nos enseña que ocurre todo lo contrario. El poder siempre ha trastornado, la palabrería siempre ha embrutecido. En las asambleas soberanas, la mediocridad prevalece fatalmente.
Votar es evocar la traición. Sin duda, los votantes creen en la honestidad de aquellos a los que entregan su voto, y quizá tengan razón el primer día, cuando los candidatos están todavía con el fervor de su primer amor. Pero cada día tiene su día siguiente. En cuanto cambia el medio, cambia el hombre con él. Hoy el candidato se inclina ante vosotros, y puede que se agache aún más; mañana, se enderezará y puede que más alto. Mendigaba los votos, os dará órdenes. El obrero, convertido en contramaestre, ¿podrá seguir siendo como era antes de haber obtenido el favor del patrón? El apasionado demócrata ¿no aprende a doblar el lomo cuando el banquero se digna a invitarlo a su despacho, o cuando los lacayos del rey le hacen el honor de darle conversación en la antecámara? La atmósfera de esos cuerpos legislativos es malsana, enviáis a vuestros mandatarios a un medio corrupto; no os extrañe si salen corrompidos.
No abdiquéis, no impliquéis en vuestro destino a hombres incapaces por fuerza o a futuros traidores. ¡No votéis! En lugar de confiar a otros vuestros intereses, defendedlos vosotros mismos; en lugar de buscar abogados para proponer un mundo futuro de acción, actuad. No faltan las ocasiones para los hombres de buena voluntad. Arrojar sobre los otros la responsabilidad de su conducta es falta de valentía.
(Clarens, Vaud, 26 de septiembre de 1885)
Fuente: Tierra y Libertad
Ver: NO VOTES, ¡LUCHA! (Primera parte)
Ver: NO VOTES, ¡LUCHA! (Tercera parte)
El Roto.
Fuente: elpais.com
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