contra el mundo misógino
El 1 de octubre de 1931, Clara Campoamor ganó en España el debate en Cortes en el que defendía el derecho de las mujeres al sufragio. Y con ello ganó la dignidad humana. Su principal e inapelable argumento se sustentaba en el Derecho Natural, que otorga preeminencia a la naturaleza humana, a la libertad y la igualdad incuestionables de todos los hombres y mujeres en tanto que seres racionales.
Ese iusnaturalismo constituye los cimientos de aquellos derechos que después, en 1948, se declararían universalmente bajo el epígrafe de Derechos Humanos: indiscutibles, inalienables, justos, universales. No obstante, como apuntó mi siempre idolatrado José Saramago: "son lo más pisoteado de la historia". A lo que añado: y en segunda posición las mujeres.
Decía Elisabeth Bumiller, escritora y periodista danesa del New York Times, en su estupendo y recomendable libro sobre la sociedad y la mujer en la India, May You Be the Mother of a Hundred Sons: A Journey Among the Women of India (1990), que más de 20 años después de haberse escrito se mantiene plenamente vigente:
«Las mujeres llevan a cabo dos terceras partes del trabajo del mundo. Producen entre el 60 y el 80% del alimento de África y Asia, y el 40% del de Iberoamérica. Sin embargo, sólo obtienen una décima parte de los ingresos mundiales y poseen menos del 1% de las propiedades del mundo. Figuran entre los pobres más pobres del planeta».
Curiosa paradoja: hoy, 8 de marzo, durante un único día se iza la bandera que el resto del año se pisotea o se permite que se pisotee en todo el mundo. Porque el mundo global, también es mundo misógino, prejuiciado con (contra) las mujeres.
Por eso nunca he sido partidaria de los "días de...", por ese alud de hipocresía en que se erigen todos ellos. Y este no iba a ser menos. Parece que el mundo únicamente se acuerda de las causas justas una vez al año. O sea, que muestra conciencia una vez al año. O, seamos francos, simula mostrar conciencia. Hipocresía más cinismo.
El resto de los días seguimos siendo las víctimas de la irrefrenable violencia de género, las violadas, las mutiladas y humilladas por rituales salvajes e inhumanos como la ablación y la lapidación, las que cobran sueldos menores a los de ellos (por trabajos iguales) y trabajan más, las que cuentan con mejores currículos pero con empleos inferiores y menor reconocimiento, las que duplican y triplican en desempleo a los hombres, etc.
Somos el 51% de la población y contamos con un único día que nos recuerda, que nos reivindica. Ellos son el 49%, se recuerdan y se reivindican todos los días, relegando al segundo y tercer plano a la otra mitad (más uno por ciento).
En conclusión: ¡Viva el Día Internacional de la Mujer (Trabajadora)! ¡Hasta dentro de 364 días!
P.S. Mañana volvemos a ser mujeres "normales" (ver párrafos 3, 4, 6 y 7).
Ese iusnaturalismo constituye los cimientos de aquellos derechos que después, en 1948, se declararían universalmente bajo el epígrafe de Derechos Humanos: indiscutibles, inalienables, justos, universales. No obstante, como apuntó mi siempre idolatrado José Saramago: "son lo más pisoteado de la historia". A lo que añado: y en segunda posición las mujeres.
Decía Elisabeth Bumiller, escritora y periodista danesa del New York Times, en su estupendo y recomendable libro sobre la sociedad y la mujer en la India, May You Be the Mother of a Hundred Sons: A Journey Among the Women of India (1990), que más de 20 años después de haberse escrito se mantiene plenamente vigente:
«Las mujeres llevan a cabo dos terceras partes del trabajo del mundo. Producen entre el 60 y el 80% del alimento de África y Asia, y el 40% del de Iberoamérica. Sin embargo, sólo obtienen una décima parte de los ingresos mundiales y poseen menos del 1% de las propiedades del mundo. Figuran entre los pobres más pobres del planeta».
Curiosa paradoja: hoy, 8 de marzo, durante un único día se iza la bandera que el resto del año se pisotea o se permite que se pisotee en todo el mundo. Porque el mundo global, también es mundo misógino, prejuiciado con (contra) las mujeres.
Por eso nunca he sido partidaria de los "días de...", por ese alud de hipocresía en que se erigen todos ellos. Y este no iba a ser menos. Parece que el mundo únicamente se acuerda de las causas justas una vez al año. O sea, que muestra conciencia una vez al año. O, seamos francos, simula mostrar conciencia. Hipocresía más cinismo.
El resto de los días seguimos siendo las víctimas de la irrefrenable violencia de género, las violadas, las mutiladas y humilladas por rituales salvajes e inhumanos como la ablación y la lapidación, las que cobran sueldos menores a los de ellos (por trabajos iguales) y trabajan más, las que cuentan con mejores currículos pero con empleos inferiores y menor reconocimiento, las que duplican y triplican en desempleo a los hombres, etc.
Somos el 51% de la población y contamos con un único día que nos recuerda, que nos reivindica. Ellos son el 49%, se recuerdan y se reivindican todos los días, relegando al segundo y tercer plano a la otra mitad (más uno por ciento).
En conclusión: ¡Viva el Día Internacional de la Mujer (Trabajadora)! ¡Hasta dentro de 364 días!
P.S. Mañana volvemos a ser mujeres "normales" (ver párrafos 3, 4, 6 y 7).
"Si tuviera un martillo, aplastaría el patriarcado". "¡Lo encontré!"
Fuente: Edinburgh Anarcha Feminist Kollective
“Creating Spaces for Feminist Voices”
Fuente: Edinburgh Anarcha Feminist Kollective
“Creating Spaces for Feminist Voices”
"La mujer no es nada más que lo que el hombre decide que sea; así, se le llama “el sexo” queriendo decir con ello que aparece esencialmente ante el hombre como un ser sexuado: para él, ella es sexo, y lo es de un modo absoluto. Se determina y se diferencia en relación al hombre y no en relación a lo que ella misma es; ella es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el sujeto, el absoluto: ella es “lo otro”."
1 comentario:
Tienes razón.
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