contra la dictadura global
Decía Ricardo Mella en La Ley del Número (1899), que "la razón no es virtud de las mayorías, sino de la inteligencia desarrollada en uso de la libertad".
Existe un presupuesto ideológico, un convencimiento bastante generalizado pero en extremo equivocado: "La mayoría siempre tiene razón". Es el argumento del poder dictatorial capitalista, disfrazado de Democracia y encarnado en Parlamentarismo supuestamente representativo, que convierte el argumento en absoluto ético y engatusa al pueblo para hacerle creer que es suyo (del pueblo).
Sin embargo, se trata de un argumento completamente falaz, puesto que es la oligarquía económica plutócrata, y no los ciudadanos y sus mayorías, quien idea el juego, elabora y reestructura las normas del juego, elige a los jugadores que participan y los cambia a su arbitrio... El pueblo es mero espectador sufriente del poder. Y el colmo es que está obligado a pagar por el espectáculo patético.
Por tanto, en el contexto de la ausencia de democracia palpable y efectiva, como el que hoy vivimos en este mundo global, las mayorías carecen de libertad, razón e inteligencia.
Existe un presupuesto ideológico, un convencimiento bastante generalizado pero en extremo equivocado: "La mayoría siempre tiene razón". Es el argumento del poder dictatorial capitalista, disfrazado de Democracia y encarnado en Parlamentarismo supuestamente representativo, que convierte el argumento en absoluto ético y engatusa al pueblo para hacerle creer que es suyo (del pueblo).
Sin embargo, se trata de un argumento completamente falaz, puesto que es la oligarquía económica plutócrata, y no los ciudadanos y sus mayorías, quien idea el juego, elabora y reestructura las normas del juego, elige a los jugadores que participan y los cambia a su arbitrio... El pueblo es mero espectador sufriente del poder. Y el colmo es que está obligado a pagar por el espectáculo patético.
Por tanto, en el contexto de la ausencia de democracia palpable y efectiva, como el que hoy vivimos en este mundo global, las mayorías carecen de libertad, razón e inteligencia.
Esto venía a cuento de mi entrada anterior, a raíz de la cual algunas personas me han preguntado cómo es posible que yo y mi bocaza consideremos borregos a 24 millones de españolitos que fueron a votar en las pasadas elecciones municipales del 22 de mayo. Por ejemplo.
Pues bien, siento decir que 24 millones de personas sí pueden estar equivocadas. Y de hecho lo están. Porque... ¿qué es si no votar a unos políticos que no nos representan a nosotros, porque representan a poderes económicos privados, y para quienes el sufragio no es más que una cortina de humo que simplemente les sirve para autolegitimarse y colocar el marbete "DEMOCRACIA" a este engendro político-económico que estamos padeciendo?
Mientras la dictadura capitalista campe a sus anchas, controlando los partidos y a los políticos y ostentando todo el poder, que debería estar en manos del pueblo, votar no tiene sentido, votar no cambiará nada, votar legitimará la dictadura.
Ya sé que el ejemplo de la Alemania nazi está muy manido, pero es verdad: la inmensa mayoría de los alemanes votaron a Hitler, lo legitimaron y luego consintieron sus atrocidades, fundamentalmente con la apatía, la inacción y el silencio atronador. Este último un oxímoron muy característico de la mayoría, como la de hoy en España.
La mayoría también votó a Aznar, a Blair y a Bush, esos asesinos encorbatados que en un rancho, entre puros y risas, decidieron y aplaudieron (las dos B's decidían y Aznar aplaudía) el destino de millones de personas en Oriente Medio: la guerra, la muerte, la miseria.
La mayoría está sobrevalorada. La ignorancia, la desinformación, la desesperación, el miedo, el "mejor malo conocido", convierten a las mayorías en incompetentes e irresponsables. Como decía Bernard Shaw: "La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección debida a una mayoría incompetente". Por eso la minoría corrompida siempre gana, porque engaña a la mayoría para que le vote. El miedo y la desinformación son sus armas. El resultado es una pseudodemocracia, una dictadura perpetua.
La mayoría tiende a creer que basta con cambiar las piezas. Pero eso no es suficiente, por mucho que lo haya decidido la mayoría. Porque las reglas y el tablero continúan siendo los mismos. De manera que mientras la mayoría no vea y entienda que lo único que cabe es destruir el tablero dañado y construir uno completamente nuevo y dotar al juego de nuevas reglas, reglas justas, entonces, hasta ese momento, la mayoría no tendrá razón.
La mayoría que se aferra a un sistema viciado creyendo que es un mal menor, cuando en realidad se trata de un cáncer, intentar curarlo con aspirinas cuando la única solución para restablecer la salud y sobrevivir es la estirpación total, es una mayoría ignorante, temerosa y equivocada.
Fuente: Quebrantando Consciencias
"Los contrasentidos de la civilización durarán lo que dure la inconsciencia de las multitudes. (...) Por pequeña que sea la minoría de los capacitados para la revolución, es una minoría temible."
(Ricardo Mella: "Regimentación y naturaleza: la obra de la civilización". En Ideario)
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(Ricardo Mella: "Regimentación y naturaleza: la obra de la civilización". En Ideario)
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1 comentario:
Sencillamente Magistral. Estoy de acuerdo con todo lo que has expuesto.
¿Quién dice que los humanistas ya no existen? Eso es porque no te conocen a ti.
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