Casi cada experiencia de cada día que he vivido no ha hecho sino confirmar que la vida -sin duda- es insoportable, indigna de ser vivida, un océano inmenso e infinito de tristeza y sufrimiento, ajeno y propio (si es que pueden o deben delimitarse). La mayoría de los seres humanos hacen de ella un camino arduo, triste, doloroso e insoportable, donde una apenas puede deambular penosamente. Te arrebatan las esperanzas, la energía y hasta las palabras. Una agonía, un infierno en la superficie terrestre.
Cada noche, antes de acostarme, deseo que un agujero negro o la lengua de una tormenta solar nos devoren y nos extingan para siempre. A los seres humanos. Sin posibilidad de reinicio. Creo que últimamente esa es la razón principal por la que miro las estrellas. Para suplicarles que transmitan este mensaje al universo, al Sol, quien durante las horas de luz no parece enterarse o querer escuchar mis deseos.
Cada día, para evitar descender por completo al abismo, trato de sujetarme del arnés del "casi" y agarrar la mano de los Saramagos vivos o muertos, para que me infundan un poco de aliento, que no esperanza. La esperanza siempre es ilusión y mentira, por tanto inalcanzable lo que se anhela con ella.
De más está decir que aconsejo a todo lector de este mi refugio catártico que haga lo mismo cuando le invadan la tristeza y el desánimo: sujetarse del arnés del "casi" y agarrar la mano de los Saramagos.
Recupero esta poesía del de Azinhaga. Sí, también escribió poesía, realista, clarividente, hermosa y rescatadora de los abismos...
EN LA ISLA A VECES HABITADA
En la isla a veces habitada de lo que somos,
hay noches, mañanas y madrugadas
en que no necesitamos morir.
En ese momento sabemos todo lo que fue y será.
El mundo se nos aparece explicado definitivamente
y entra en nosotros una gran serenidad,
y se dicen las palabras que la significan.
Levantamos un puñado de tierra
y la apretamos en las manos. Con dulzura.
Allí está toda la verdad soportable:
el contorno, la voluntad y los límites.
Podemos en ese momento decir que somos libres,
con la paz y con la sonrisa de quien se reconoce
y viajó alrededor del mundo infatigable,
porque mordió el alma hasta sus huesos.
Liberemos sin apuro la tierra donde ocurren milagros
como el agua, la piedra y la raíz.
Cada uno de nosotros es en este momento la vida.
Que eso nos baste.
(José Saramago, Probablemente alegría, 1970)
NA ILHA POR VEZES HABITADA
Na ilha por vezes habitada do que somos,
há noites, manhãs e madrugadas
em que não precisamos de morrer.
Então sabemos tudo do que foi e será.
O mundo aparece explicado definitivamente
e entra em nós uma grande serenidade,
e dizem-se as palavras que a significam.
Levantamos um punhado de terra
e apertamo-la nas mãos. Com doçura.
Aí se contém toda a verdade suportável:
o contorno, a vontade e os limites.
Podemos então dizer que somos livres,
com a paz e o sorriso de quem se reconhece
e viajou à roda do mundo infatigável,
porque mordeu a alma até aos ossos dela.
Libertemos devagar a terra onde acontecem milagres
como a água, a pedra e a raiz.
Cada um de nós é por enquanto a vida.
Isso nos baste.
(José Saramago, Provavelmente alegria, 1970)
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