"En general, creo que sólo debemos leer libros que muerdan y arañen. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta como un golpe en el cráneo, ¿para qué molestarnos en leerlo? ¿Para que nos haga felices como dices tú? Cielo santo, seríamos igual de felices si no tuviéramos ningún libro. Los libros que nos hacen felices también podríamos escribirlos nosotros mismos si no nos quedara otro remedio. Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a los bosques más lejanos, lejos de toda presencia humana, como un suicidio. Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo."
Durante el confinamiento hubo artistas haciendo lo que saben hacer para alegrarnos la vida… y el encierro obligado. Uno de ellos fue Salvador Sobral, ese portugués maravilloso (casi todos los portugueses lo son, pero este más) que ganó Eurovisión en 2017 cantando una buena canción, una canción hermosa, para variar: Amar pelos dois.
En los meses de encierro, Salvador, a petición de sus seguidores españoles, realizó una serie musical de tres episodios llamada «Una región de canciones», en la que, acompañado por sí mismo del piano, cantaba un tema representativo (mítico) de cada Comunidad Autónoma española.
El himno no oficial de La Rioja es sin duda “La Rioja existe (pero no es)”, compuesto en 1977 por el grupo folk riojano Carmen, Jesús e Iñaki (Carmen Medrano, Jesús Vicente Aguirre e Iñaki Ramos) en pleno proceso de la Autonomía de La Rioja, que se consiguió el 9 de junio de 1982. Algunos soñamos con mucho más.
“La Rioja existe, pero no es. Si nos unimos, la hemos de hacer”, dice el himno, que siempre permanece vigente.
Aquí Salvador Sobral nos regala su espléndida versión. Emociona enormemente escucharle…
Hoy hace 10 años que murió (no nos dejó) uno de los hombres más sabios y maravillosos de la historia, el hijo de dos campesinos de Azinhaga (Portugal), mi gurú eterno, José Saramago. Pronunciar su nombre, pensarlo siquiera, me agarrotan la garganta y el corazón de puro sentimiento, mezcla de un agradecimiento, una alegría y una tristeza infinitos.
Pesimista y comunista hormonal, anarquista de facto. Así se definía y actuaba. Siempre pensando, hablando y viviendo a la contra del Sistema, de sus desmanes y de su dictadura implacable. Y siempre en pro de la justicia y de los más desfavorecidos.
De esa manera estuvo en el mundo, en lo político y en lo humano. Saramago fue y siempre será verdad, la VERDAD. Atreverse a no escucharle, a ignorarle, a contradecirle, a vivir de un modo distinto al espíritu de su mensaje, es más que un sacrilegio...
"En un sistema como este, ya hace tiempo que te dijeron que vivimos en una dictadura económica…
Es que antes, cuando se hablaba de dictadura, la gente sabía lo que era. En primer lugar, o era una dictadura política o era una dictadura militar. La gente veía a unos militares malencarados que reprimían, que torturaban, que hacían todas estas cosas. Por tanto la dictadura era eso. Y no percibimos que la dictadura cambió. La dictadura no necesita más de militares malencarados. No necesita de políticos corruptos. No necesita de, digamos, “batallones de la muerte”, en desuso, claro está. En términos generales, ya no necesita nada de eso.
La dictadura de hoy es económica. Vivimos en una situación que puede llamarse también “capitalismo autoritario”. En una situación de estas, en la que nos hacen creer que lo mejor es triunfar en la vida. Y triunfar en la vida es tener mucho. Tener lo más que se pueda: tres automóviles en vez de uno, dos, tres o cuatro casas en vez de una… Todos los bienes, todo aquello que se llama bien, esa máquina de producción de bienes, muchas veces inútiles, que nos obliga a comprar y comprar y comprar…
El concepto de ciudadano, que viene desde el siglo XVIII, y que más o menos se mantiene hasta nuestros días, fue sustituido por el de cliente. Nos convirtieron en clientes. Somos consumidores. Nada más. Y esto, me parece que es así, pone en graves problemas algo que hoy, parece, se convirtió en una moda, que es la moda de la democracia.
Bueno, yo soy demócrata. Sólo que mi concepto de democracia no tiene nada que ver con el concepto de democracia que se usa y se practica. Un concepto de democracia que se limita a pedir al ciudadano, al que todavía lo sigue siendo, que cada cuatro años acuda a depositar un papel dentro de una urna y que después se vaya. Ya no se lo necesitará de aquí a cuatro años.
Un concepto de democracia que en el fondo significa que, a partir del momento en el que el ciudadano o elector coloca su voto en la urna, cedió su propia capacidad política, su capacidad crítica, la cedió a otra persona de la que, muchas veces, ni siquiera sabe quién es. Lo cedió a un partido, lo cedió a un conjunto de personas que pertenecen a ese partido, o que ocupan ese partido, o se aprovechan de ese partido, y que se van a aprovechar del poder para hacer aquello que “bien saben hacer”.
Esto no es democracia. Porque todo esto se termina convirtiendo en pura ilusión."
"Se producirán algunos pequeños cambios. Habrá una pequeña dosis de proteccionismo con una cierta reubicación de las farmacéuticas, un cambio en las reglas monetarias de Europa e incluso un relativo retorno al intervencionismo estatal. Sin embargo, la renuncia a las políticas neoliberales, que solo podemos acoger con satisfacción, corre el riesgo de ser solo temporal. La necesaria ‘metanoia’, el cuestionamiento de los fundamentos de nuestras sociedades, queda por hacer. El cortoplacismo seguirá prevaleciendo. La renuncia a la religión de la economía y el crecimiento no está todavía en la agenda. Es poco probable que la pandemia sea suficiente para superar la inercia de un sistema que combina los intereses de los poderosos con la complicidad pasiva de sus víctimas. ¿Y si hubiera un colapso de la economía mundial? No es imposible, pero es poco probable. Los gobiernos han aprendido ya varias lecciones. Son capaces de intervenir en los mercados. Mantengamos viva la nostalgia, sin embargo, para alimentar la esperanza del necesario cambio radical que conlleva el proyecto de decrecimiento."
“Sigo preguntándome quién inventó tan simple y bella coreografía.
En la distancia, suspendidas en hilos casi invisibles, se me antojan como un pentagrama de notas palpitantes cuya melodía sólo ellas conocen.
Las golondrinas de la villa no dormían, fingían el sueño, pero estaban atentas por si alguien merecía oír el nocturno que estaban dispuestas a regalar. Esa ignota melodía que saldría de lo más profundo de sus pequeños cuerpecillos para aliviar el dolor y la soledad. Ingrávidas, en perfecta alineación, me atrevo a decir que deliberadamente inocentes, nos observaban. Sopesaban con fingida indiferencia si esos paseantes ocasionales merecían ser testigos de tal maravilla.
No nos consideraron merecedores de compartir su canto. Heridos y errantes, no tuvimos oídos más que para nosotros mismos. Agarrotados en nuestro ego, nos perdemos siempre algo esplendoroso.
La belleza, en cualquiera de sus manifestaciones, me recuerda que hay que perseverar. No todo está perdido.”
La Sardá. Otra mujer inmensa que se va. A decir verdad, ¿para qué seguir en un lugar indeseable y que no tiene remedio (porque los seres humanos nunca tendrán remedio)? Que la tierra te sea leve, Rosa. Vives en la memoria de muchos...
"Lo contrario de la pobreza no es la riqueza, es la justicia. Mientras no haya justicia social, no habrá paz."
"Está la belleza y están los humillados. Cualesquiera que sean las dificultades de la empresa, me gustaría no ser jamás infiel ni a la una ni a los otros" (Albert Camus).
"El acto de desobediencia como acto de libertad es el comienzo de la razón" (Erich Fromm). "Hay que vivir a la contra" (José Saramago).