jueves, 27 de febrero de 2014

EL GRITO

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Aquel que nadie advierte,
aquel que nadie percibe,
aquel que nadie escucha,
aquel que se oculta,
aquel que se cohíbe,
aquel que se prohíbe,
ese
es el sonido que importa,
es el sonido que cuenta,
es el sonido que ansía,
es el sonido que lastima,
es el sonido que devora
es el sonido inmortal.


Edvard Munch fue un hombre infeliz y atormentado, con una vida plagada de desgracias. "El Grito" (1893) es el símbolo de esa angustia, universal y atemporal como esta su gran obra. Todos vivimos a veces un pedazo de ella, o toda ella, igual que le ocurrió en ese paseo a Sebastian Cosor, autor de la versión animada de "El Grito", espléndida, fruto de una experiencia vital similar (suponemos) a la de Munch, a quien parafrasea en su corto:



The Scream (2010) - Sebastian Cosor


"Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve; me apoyé en la baranda, preso de una fatiga mortal. Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí, temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza." 

(Edvard Munch)
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