contra la dictadura, desobediencia civil
"Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia."
[Bertolt Brecht, "A los hombres futuros". 1938. En Poemas y Canciones. Biblioteca Brecht. Alianza Editorial, Madrid, 2001.]
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El enésimo capítulo... Y los que nos quedan. Pero la lucha contra la dictadura no puede descansar.
El pasado viernes 26 de octubre, varias personas lideradas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y algunos amenazados de desahucio decidieron encerrarse en una sucursal de Bankia en Madrid.
Bankia, sí, ese paradigma español de la corrupción desbordante del capitalismo nauseabundo. Bankia, sí, esa entidad bancaria oscura y hasta hace unos meses presidida por un criminal que, aunque está denunciado e imputado, jamás irá a la cárcel: Rodrigo Rato, exministro de economía del gobierno fascista del asesino José Mª Aznar. Bankia, sí, esa caja-banco devorador de pisos, desahuciados y ahorros ciudadanos al que han rescatado contra nuestra voluntad con más dinero del pueblo, que se muere de hambre, de paro y de miseria. Bankia, sí, ese pozo sin fondo de corrupción al que los gobiernos fascistas de Zapatero y Rajoy llevan regalando, que se sepa, aproximadamente 30.000 millones de euros de nuestros impuestos.
Pues bien, unos pocos ciudadanos amenazados de desahucio, tan desesperados como valientes, decidieron encerrarse en la oficina de Bankia para hacerse oír. Ocurre que la policía, perros de la dictadura, haciendo gala una vez más de lo que son, "si buana" y carroñeros de la oligarquía fascista que los envía (la cara amargada y autoritaria de Cifuentes, siempre criminalizando al pueblo), impidieron la entrada de agua y alimentos para los encerrados, algunos de ellos enfermos.
Admirables e inspiradores los encerrados y ese hombre que, desarmado, con una bolsa de comida en la mano, su voz, su dignidad y la razón les dice a la cara a los perros impasibles e inhumanos (y a sus dueños) lo que son, lo que hay y lo que habrá.
Contra la dictadura...
¡DESOBEDIENCIA CIVIL!
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