Me interesan y cuasiobsesionan las preguntas y respuestas (diagnóstico) de Erich Fromm sobre el miedo a la libertad que el ser humano ha padecido siempre, como un atavismo me arriesgo a afirmar, en cualquier caso como terrible adquisición social.
Esas preguntas y respuestas de Fromm, que hago mías, son tremendamente reveladoras, ciertas e inquietantes. Cuando las escribió y publicó (1941) transcurría la Segunda Guerra Mundial y, evidentemente, se contextualizan referidas al nazismo y el fascismo, extendidos en Europa como ideología y cimentados con el miedo y el conformismo de los ciudadanos.
Sin embargo, trascienden ese contexto. Se mantienen plenamente vigentes hoy, aplicadas a la dictadura del capitalismo que vivimos, donde la mayoría de las personas se mantienen apáticas, aborregadas, temerosas de perder lo poco que el poder les permite tener, ajenas a principios y derechos fundamentales e innegociables como la igualdad y la justicia, insolidarias, social y moralmente inactivas, ...deshumanizadas.
Conociéndole como he llegado a conocerle, me atrevo a afirmar que hoy Fromm no movería una sola coma de El miedo a la libertad, extrapolado al capitalismo y su manifestación socio-económico-cultural por excelencia, la globalización:
Según Fromm, nos adaptamos a las normas, a lo dominante, de dos formas: "estática" y "dinámica".
"Por la primera entendemos una forma de adaptación a las normas que deje inalterada toda la estructura del carácter e implique simplemente la adopción de un nuevo hábito. Un ejemplo de este tipo de adaptación lo constituye el abandono de la costumbre china en las maneras de comer, a cambio de la europea que requiere el uso de tenedor y cuchillo. Un chino que llegue a América se adaptará a esta nueva norma, pero tal adaptación tendrá en sí misma un débil efecto sobre su personalidad; no ocasiona el surgimiento de nuevas tendencias o nuevos rasgos del carácter.
Por adaptación dinámica entendemos aquella especie de adaptación que ocurre, por ejemplo, cuando un niño, sometiéndose a las órdenes de un padre severo y amenazador —porque lo teme demasiado para proceder de otra manera—, se transforma en un "buen" chico. Al tiempo que se adapta a las necesidades de la situación, hay algo que le ocurre dentro de sí mismo. Puede desarrollar una intensa hostilidad hacia su padre, y reprimirla, puesto que sería demasiado peligroso expresarla o aun tener conciencia de ella. Tal hostilidad reprimida, sin embargo, constituye un factor dinámico de la estructura de su carácter. Puede crear una nueva angustia y conducir así a una sumisión aún más profunda; puede hacer surgir una vaga actitud de desafío, no dirigida hacia nadie en particular, sino más bien hacia la vida en general.
(...) ¿Qué es lo que obliga a los hombres a adaptarse a casi todas las condiciones vitales que pueden concebirse y cuáles son los límites de su adaptabilidad?
(...) El modo de vida, tal como se halla predeterminado para el individuo por obra de las características peculiares de un sistema económico, llega a ser el factor primordial en la determinación de toda la estructura de su carácter, por cuanto la imperiosa necesidad de autoconservación lo obliga a aceptar las condiciones en las cuales debe vivir. Ello no significa que no pueda intentar, juntamente con otros individuos, la realización de ciertos cambios políticos y económicos; no obstante, su personalidad es moldeada esencialmente por obra del tipo de existencia especial que le ha tocado en suerte, puesto que ya desde niño ha tenido que enfrentarlo a través del medio familiar, medio que expresa todas las características típicas de una sociedad o clase determinada.
Las necesidades fisiológicamente condicionadas no constituyen la única parte de la naturaleza humana que posee carácter imperativo. (...) El tipo de conexión con el mundo puede ser noble o trivial, pero aun cuando se relacione con la forma más baja y ruin de la estructura social, es, de todos modos, mil veces preferible a la soledad. La religión y el nacionalismo, así como cualquier otra costumbre o creencia, por más que sean absurdas o degradantes, siempre que logren unir al individuo con los demás constituyen refugios contra lo que el hombre teme con mayor intensidad: el aislamiento.
(...) A menos que pertenezca a algo, a menos que su vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo y se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida, estará henchido de duda, y ésta, con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de obrar, es decir, su vida.
(...) El hombre, cuanto más gana en libertad, en el sentido de su emergencia de la primitiva unidad indistinta con los demás y la naturaleza, y cuanto más se transforma en "individuo", tanto más se ve en la disyuntiva de unirse al mundo en la espontaneidad del amor y del trabajo creador o bien de buscar alguna forma de seguridad que acuda a vínculos tales que destruirán su libertad y la integridad de su yo individual."
[Erich Fromm: El miedo a la libertad. (Edición castellana de Gino Germani). Buenos Aires, Paidós, 1989.]
La terrible paradoja del ser humano: es esclavo de su miedo a la libertad. Por eso elige el sometimiento. Estos tiempos son un buen ejemplo.
Erich Fromm siempre me acompaña, lo mismo que un ángel de la guarda para un creyente. Es uno de mis imprescindibles. Por eso será reincidente en este blog una y mil veces.
Esas preguntas y respuestas de Fromm, que hago mías, son tremendamente reveladoras, ciertas e inquietantes. Cuando las escribió y publicó (1941) transcurría la Segunda Guerra Mundial y, evidentemente, se contextualizan referidas al nazismo y el fascismo, extendidos en Europa como ideología y cimentados con el miedo y el conformismo de los ciudadanos.
Sin embargo, trascienden ese contexto. Se mantienen plenamente vigentes hoy, aplicadas a la dictadura del capitalismo que vivimos, donde la mayoría de las personas se mantienen apáticas, aborregadas, temerosas de perder lo poco que el poder les permite tener, ajenas a principios y derechos fundamentales e innegociables como la igualdad y la justicia, insolidarias, social y moralmente inactivas, ...deshumanizadas.
Conociéndole como he llegado a conocerle, me atrevo a afirmar que hoy Fromm no movería una sola coma de El miedo a la libertad, extrapolado al capitalismo y su manifestación socio-económico-cultural por excelencia, la globalización:
"Al lado del problema de las condiciones económicas y sociales que han originado el fascismo [capitalismo, neoliberalismo, globalización] se halla el problema humano, que precisa ser entendido.
(…) Las cuestiones fundamentales que surgen cuando se considera el aspecto humano de la libertad, el ansia de sumisión y el apetito del poder, son éstas: ¿Qué es la libertad como experiencia humana? ¿Es el deseo de libertad algo inherente a la naturaleza de los hombres? ¿Se trata de una experiencia idéntica, cualquiera que sea el tipo de cultura a la cual una persona pertenece, o se trata de algo que varía de acuerdo con el grado de individualismo alcanzado en una sociedad dada? ¿Es la libertad solamente ausencia de presión exterior o es también presencia de algo? Y, siendo así, ¿qué es ese algo?
(…) Las cuestiones fundamentales que surgen cuando se considera el aspecto humano de la libertad, el ansia de sumisión y el apetito del poder, son éstas: ¿Qué es la libertad como experiencia humana? ¿Es el deseo de libertad algo inherente a la naturaleza de los hombres? ¿Se trata de una experiencia idéntica, cualquiera que sea el tipo de cultura a la cual una persona pertenece, o se trata de algo que varía de acuerdo con el grado de individualismo alcanzado en una sociedad dada? ¿Es la libertad solamente ausencia de presión exterior o es también presencia de algo? Y, siendo así, ¿qué es ese algo?
¿Cuales son los factores económicos y sociales que llevan a luchar por la libertad? ¿Puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hombre, al punto que trate de eludirla? ¿Cómo ocurre entonces que la libertad resulta para muchos una meta ansiada, mientras que para otros no es más que una amenaza? ¿No existirá tal vez, junto a un deseo innato de libertad, un anhelo instintivo de sumisión? (...) ¿Hay acaso una satisfacción oculta en el sometimiento? Y si la hay, ¿en qué consiste? (...)."
Pirámide del sistema capitalista
Según Fromm, nos adaptamos a las normas, a lo dominante, de dos formas: "estática" y "dinámica".
"Por la primera entendemos una forma de adaptación a las normas que deje inalterada toda la estructura del carácter e implique simplemente la adopción de un nuevo hábito. Un ejemplo de este tipo de adaptación lo constituye el abandono de la costumbre china en las maneras de comer, a cambio de la europea que requiere el uso de tenedor y cuchillo. Un chino que llegue a América se adaptará a esta nueva norma, pero tal adaptación tendrá en sí misma un débil efecto sobre su personalidad; no ocasiona el surgimiento de nuevas tendencias o nuevos rasgos del carácter.
Por adaptación dinámica entendemos aquella especie de adaptación que ocurre, por ejemplo, cuando un niño, sometiéndose a las órdenes de un padre severo y amenazador —porque lo teme demasiado para proceder de otra manera—, se transforma en un "buen" chico. Al tiempo que se adapta a las necesidades de la situación, hay algo que le ocurre dentro de sí mismo. Puede desarrollar una intensa hostilidad hacia su padre, y reprimirla, puesto que sería demasiado peligroso expresarla o aun tener conciencia de ella. Tal hostilidad reprimida, sin embargo, constituye un factor dinámico de la estructura de su carácter. Puede crear una nueva angustia y conducir así a una sumisión aún más profunda; puede hacer surgir una vaga actitud de desafío, no dirigida hacia nadie en particular, sino más bien hacia la vida en general.
(...) ¿Qué es lo que obliga a los hombres a adaptarse a casi todas las condiciones vitales que pueden concebirse y cuáles son los límites de su adaptabilidad?
(...) El modo de vida, tal como se halla predeterminado para el individuo por obra de las características peculiares de un sistema económico, llega a ser el factor primordial en la determinación de toda la estructura de su carácter, por cuanto la imperiosa necesidad de autoconservación lo obliga a aceptar las condiciones en las cuales debe vivir. Ello no significa que no pueda intentar, juntamente con otros individuos, la realización de ciertos cambios políticos y económicos; no obstante, su personalidad es moldeada esencialmente por obra del tipo de existencia especial que le ha tocado en suerte, puesto que ya desde niño ha tenido que enfrentarlo a través del medio familiar, medio que expresa todas las características típicas de una sociedad o clase determinada.
Las necesidades fisiológicamente condicionadas no constituyen la única parte de la naturaleza humana que posee carácter imperativo. (...) El tipo de conexión con el mundo puede ser noble o trivial, pero aun cuando se relacione con la forma más baja y ruin de la estructura social, es, de todos modos, mil veces preferible a la soledad. La religión y el nacionalismo, así como cualquier otra costumbre o creencia, por más que sean absurdas o degradantes, siempre que logren unir al individuo con los demás constituyen refugios contra lo que el hombre teme con mayor intensidad: el aislamiento.
(...) A menos que pertenezca a algo, a menos que su vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo y se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida, estará henchido de duda, y ésta, con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de obrar, es decir, su vida.
(...) El hombre, cuanto más gana en libertad, en el sentido de su emergencia de la primitiva unidad indistinta con los demás y la naturaleza, y cuanto más se transforma en "individuo", tanto más se ve en la disyuntiva de unirse al mundo en la espontaneidad del amor y del trabajo creador o bien de buscar alguna forma de seguridad que acuda a vínculos tales que destruirán su libertad y la integridad de su yo individual."
[Erich Fromm: El miedo a la libertad. (Edición castellana de Gino Germani). Buenos Aires, Paidós, 1989.]
La terrible paradoja del ser humano: es esclavo de su miedo a la libertad. Por eso elige el sometimiento. Estos tiempos son un buen ejemplo.
Erich Fromm siempre me acompaña, lo mismo que un ángel de la guarda para un creyente. Es uno de mis imprescindibles. Por eso será reincidente en este blog una y mil veces.
Erich Fromm (1900-1980)
Fuente: diariodenavarra.es - "Amar según Fromm"
Fuente: diariodenavarra.es - "Amar según Fromm"
"Si yo no soy para mí mismo, ¿quién será para mí?
Si yo soy para mí solamente, ¿quién soy yo?
Y si no ahora, ¿cuándo?"
(Dichos del Talmud)Si yo soy para mí solamente, ¿quién soy yo?
Y si no ahora, ¿cuándo?"
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3 comentarios:
Reflexiones magistrales de From, y muy ciertas. Estoy contigo y con él, el ser humano parece haber nacido para someterse porque no puede vencer su miedo a la soledad y a la libertad. Y como bien dices estos tiempos son un gran ejemplo.
Como te he oído y leído decir muchas veces, yo también me siento avergonzado de las personas que me rodean, que con sus actos o no actos apoyan y legitiman al poder capitalista que nos oprime. Esas personas que van a votar a los grandes partidos, que no se manifiestan en contra de las injusticias o que no hacen huelga cuando debe hacerse, como la del 29M, no merecen el aire que respiran porque haciendo lo que hacen (o no hacen) destrozan las vidas de la mayoría, que es la clase trabajadora.
Eres mi chica favorita. ;)
Un abrazo
Una puntualización, compañero de armas intelectuales, más que miedo a la soledad (que también), es miedo al aislamiento. Pienso que la soledad es más algo elegido, mientras que el aislamiento tiende a ser algo más impuesto, con otras connotaciones sociales. Las connotaciones de la soledad son más personales. Por ejemplo, a mí me gusta y elijo la soledad, no el aislamiento.
Gracias por tu favoritismo y por comentar siempre, consigues que no me sienta ni sola ni aislada. Ese es uno de los sentidos de este blog.
Besos.
Otra puntualización: además de tener miedo, somos gilipollas.
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