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Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombre de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
(Publicado por primera vez en la revista "Ayuda" del Socorro Rojo, el 2 de enero de 1937, solicitando donativos y juguetes para la infancia, en plena guerra civil española)
(Miguel Hernández: "Poemas sueltos IV". Poesías completas. Madrid: Aguilar, 1979)
El yo lírico del niño pobre que Miguel Hernández fue, siempre memoria de la tristeza de las infancias perdidas, siempre repique en las conciencias que se atreven a acercarse a sus versos. En estos días, como siempre, habrá más abarcas desiertas que niños abriendo regalos.
"Algo de amor en esos corazones
que no aman a los niños, (...).
¡Si yo no pido tanto!
Briznas de amor para esta sed del mundo."
(Miguel Hernández, "¡Si yo no pido tanto!")
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2 comentarios:
Qué bello poema! Qué grande Miguel Hernández! Yo ya envié mi carta en un globo, espero respuesta en mis abarcas y en las de muchos más.
Admiro tu compromiso, tu crítica y tu belleza siempre y quiero decirte que este lugar que has construido es mágico. Te doy las gracias por ello.
Un abrazo muy fuerte, desde México!
Gracias a ti por tus palabras y por leerme. Había oído esa tradición vuestra de la carta dentro de un globo. A lo mejor la copio, aunque sea por una vez. Creo que nunca he creído en los Reyes Magos, de hecho no tengo ninguna superstición, pero como metáfora es tan bonita...
Otro abrazo fuerte, desde Logroño!
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