Hoy he dictado a mis alumnos el poema Arte Poética, de Borges. Nada más escribir el tercer verso, uno de ellos ha comentado: "¡Pues qué poeta más soso! Termina con la palabra río en dos versos seguidos." He sonreído y le he respondido: "Espera a que te dicte el cuarto verso, o... mejor, todo el poema. Y si sigue pareciéndote soso, esta noche colócate frente a un espejo y vuelve a leer el poema. Y este fin de semana ve a un río, mira tu reflejo en el agua, lee el poema y vuelve a mirar tu reflejo en el agua." Cuando he terminado de dictar el cuarto verso, mi alumno ha empezado a entender la simetría, el círculo. Tras haber completado el poema, ya lo entendía más. Ha prometido llevar a cabo el experimento del espejo y el río, y contármelo después. Os invito a que hagáis lo mismo... Y luego me lo contáis.
ARTE POÉTICA
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
(Jorge Luis Borges, El Hacedor, 1960)
El poema es un espejo, un círculo, una doble simbología: la aurora y el ocaso, indefectiblemente unidos. Para Borges, los momentos precisos en que las cosas acontecen, cuando se producen los cambios sustantivos o se desatan los hechos, son los instantes en que el día se transforma en noche y la noche en día, los momentos bisagra de la existencia. De esta forma identifica tanto los cambios en la vida como el proceso de creación poética, en estos dos momentos.
El día, como la vida, es circular. Es un continuum de sucesos que retornan, como el ying-yang, como el uróboro (ouroburus), como el ser humano. Las convicciones, las dudas, las preguntas, la reflexión, los miedos, las obsesiones, los tormentos... y todos los elementos que giran alrededor de cada uno: lo que vemos, lo que escuchamos, lo que tocamos, lo que olemos y lo que probamos. Todo esto forma parte del proceso poético en el que surgen los versos que, poco a poco, van conformando un poema.
En Borges, estos elementos giran alrededor del agua, los espejos, los sueños, la vigilia, el tiempo, la muerte, la noche, el hombre, Ulises, Heráclito... Son momentos que transportan desde la aurora al ocaso, y desde el ocaso a la aurora.
El proceso de creación poética consiste en la búsqueda de la palabra que mejor refleje las virtudes y las miserias, lo que nos rodea, lo que expresamos y lo que nos reprime. Entonces, ¿es la palabra la que hace inmortal al poeta, pues provoca su retorno, o es el poeta el que inmortaliza las palabras, que son eternos retornos?
Por último, la vida será tan poética como aquel que la mire y la interprete, dependiendo de cómo la mire y la interprete. Esa mirada nos convierte en poetas y nos descubre a otros poetas, aquellos que con su mirada hacen de la vida una poesía y de la poesía el reflejo de la vida.
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"Todos los hechos que pueden ocurrirle a un hombre, desde el instante de su nacimiento hasta el de su muerte, han sido prefijados por él. Así, toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro una cita, toda humillación una penitencia, todo fracaso una misteriosa victoria, toda muerte un suicidio. No hay consuelo más hábil que el pensamiento de que hemos elegido nuestras desdichas".
(Jorge Luis Borges, "Deutsches Requiem", El Aleph)