lunes, 12 de junio de 2017

DE LA TRISTEZA Y SUS PUNTOS DE LUZ



​​La vida me ha enseñado algunas cosas. Una de las más importantes, si no la más, es que las personas que han sufrido o sufren de verdad son distintas, acostumbran a ser más honestas, más auténticas e interesantes y, al menos para mí, merecen más la pena que las demás. Es tan fácil compartir la alegría... Lo hacemos de manera automática, compulsiva, irreflexiva y muchas veces frívola. Pero la tristeza... Nada hay más íntimo, delicado, trascendente, personal e intransferible que la tristeza de cada uno. 

Supongo que el mayor reto -porque es el más difícil- que a una se le plantea siempre es ese, aprender a compartir la tristeza. Y el mayor logro ha de ser, por tanto, encontrar personas con las que poder compartir la tristeza, la tuya y la del otro. Estos días he conocido a una de esas personas y, paradójicamente, siento unas ganas inmensas e incontenibles de reír y de llorar. Esos días en los que entiendes para qué estás aquí y por qué vivir no tiene por qué ser solo una pesadilla. En el más profundo y oscuro abismo es posible vislumbrar puntos de luz.

"Oak Kissing" by Bess Hamiti