miércoles, 28 de noviembre de 2012

BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA (Hana Makhmalbaf)


"No quiero jugar a la guerra"
"Muérete, si no, no serás libre"
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Buda az sharm foru rikht 
(Buddha Collapsed Out of Shame), 
de Hana Makhmalbaf (2007)


martes, 20 de noviembre de 2012

LAS LÁGRIMAS DE COCODRILO Y LAS MENTIRAS DE ISRAEL

contra el genocidio
Israel continúa matando a palestinos impunemente, como siempre, con la complacencia y el beneplácito del asesino presidente de Estados Unidos y Occidente, como siempre. La opinión pública internacional calla y otorga mayoritariamente. Por eso hay que escuchar y difundir las voces y los argumentos que denuncian la atrocidaz.

En el primer vídeo, absolutamente brutal y contundente, Norman Finkelstein, escritor y profesor judío experto en política (especialmente en sionismo, judaísmo e Israel), critica el victimismo y las lágrimas de cocodrilo de Israel, simbolizadas en una asistente (seguramente judía) a una de sus conferencias en la Universidad de Waterloo (Ontario, Canadá). La muchacha recrimina entre sollozos las críticas de Finkelstein hacia el Estado asesino de Israel. El escritor judío, hombre honesto y directo, le contesta como debe contestarse a quienes defienden lo indefendible, el genocidio que Israel lleva cometiendo con los palestinos desde 1948, tan brutal como el propio holocausto judío de la Alemania nazi.




En el segundo vídeo, más calmado y reflexivo, Michel Collon, periodista e historiador belga, explica las 10 mentiras que Israel, Estados Unidos y los medios de descomunicación occidentales han difundido para justificar los actos delictivos y genocidas del ilegal Estado sionista contra los palestinos. Mentiras que han calado en la opinión pública mundial de Occidente.



"La creación de una red de contrainformación y un frente anti-imperialista internacional es fundamental en estos momentos para el mundo, a fin de contener la guerra global que los Estados Unidos han emprendido en varios países, la cual tiene la particularidad de comenzar con la divulgación de mentiras y medias-verdades a través de los medios de comunicación al servicio de los intereses del imperio."

(Michel Collon)
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viernes, 16 de noviembre de 2012

"DE CÓMO EL PERSONAJE FUE MAESTRO Y EL AUTOR SU APRENDIZ" (JOSÉ SARAMAGO)

 el dios más humano de todos
"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo.

Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable. 

Ayudé muchas veces a este mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquella, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera. Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba.


En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea. Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, el mismo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?" Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas.

En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo. Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los 14 años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa. Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza". Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras.

Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños. Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir". No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada. Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver. (...)"


(José Saramago, "Discurso de recepción del premio Nobel", 1998)
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domingo, 11 de noviembre de 2012

14N: HUELGA GENERAL

 contra la dictadura global
Si no es indefinida y generalizada, no sirve...


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"Como un agente de toma de conciencia, como una fuerza de agitación, la benéfica influencia de una huelga es inconmensurable. [...] Con nuestro actual sistema económico casi cada huelga es justa. ¿Qué es la justicia en la producción y la distribución? Que la mano de obra, que crea todo, tenga todo."

(Benjamin Tucker, Liberty, #19, 1882) 

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sábado, 3 de noviembre de 2012

#TomaBankia: EL PUEBLO CONTRA LA DICTADURA

 contra la dictadura, desobediencia civil
"Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia."

[Bertolt Brecht, "A los hombres futuros". 1938. En Poemas y Canciones. Biblioteca Brecht. Alianza Editorial, Madrid, 2001.]
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El enésimo capítulo... Y los que nos quedan. Pero la lucha contra la dictadura no puede descansar.

El pasado viernes 26 de octubre, varias personas lideradas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y algunos amenazados de desahucio decidieron encerrarse en una sucursal de Bankia en Madrid.

Bankia, sí, ese paradigma español de la corrupción desbordante del capitalismo nauseabundo. Bankia, sí, esa entidad bancaria oscura y hasta hace unos meses presidida por un criminal que, aunque está denunciado e imputado, jamás irá a la cárcel: Rodrigo Rato, exministro de economía del gobierno fascista del asesino José Mª Aznar. Bankia, sí, esa caja-banco devorador de pisos, desahuciados y ahorros ciudadanos al que han rescatado contra nuestra voluntad con más dinero del pueblo, que se muere de hambre, de paro y de miseria. Bankia, sí, ese pozo sin fondo de corrupción al que los gobiernos fascistas de Zapatero y Rajoy llevan regalando, que se sepa, aproximadamente 30.000 millones de euros de nuestros impuestos.

Pues bien, unos pocos ciudadanos amenazados de desahucio, tan desesperados como valientes, decidieron encerrarse en la oficina de Bankia para hacerse oír. Ocurre que la policía, perros de la dictadura, haciendo gala una vez más de lo que son, "si buana" y carroñeros de la oligarquía fascista que los envía (la cara amargada y autoritaria de Cifuentes, siempre criminalizando al pueblo), impidieron la entrada de agua y alimentos para los encerrados, algunos de ellos enfermos.

Admirables e inspiradores los encerrados y ese hombre que, desarmado, con una bolsa de comida en la mano, su voz, su dignidad y la razón les dice a la cara a los perros impasibles e inhumanos (y a sus dueños) lo que son, lo que hay y lo que habrá.

Contra la dictadura...
¡DESOBEDIENCIA CIVIL!
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