viernes, 3 de agosto de 2012

SEMIVIDAS

Ich sih die liehte heide/in gruner varwe stan/dar suln wir alle gehen/die sumerzeit enpahen
En el universo infinito de espacio indeterminado, todos los vectores nacieron con un punto de aplicación e ilimitadas posibilidades de dirección y sentido. Pero la enfermedad de las líneas paralelas les anestesia, les impide girar la cabeza, dibujarse en curva, conectar, confluir. Son vectores esclavos del espacio axiomático, imperio creado por Euclides hitleriano, quien esparció el fármaco letal. Al otro lado de la frontera huele a lluvia de Ubik. Tan cerca, tan lejos. Pero si se alza la vista, escrito con tinta de nubes sobre el cielo prospectal, puede leerse: "mutar en vector con piernas".

P.S. Dos semividas no hacen una vida.

Contraportada de la primera edición de Ubik, de Philip K. Dick.
Fuente: Wikipedia.

    « Estaba tomando consciencia de una insidiosa y penetrante frialdad que tiempo atrás, en algún momento olvidado, había comenzado a invadirle, dominándole a él y al mundo que le rodeaba. Le recordaba a sus últimos minutos en Luna. El frío degradaba la superficie de los objetos: los penetraba hasta combarlos, se expandía hasta formar protuberancias redondeadas que emitían sonidos sibilantes y luego estallaban. El frío horadaba las innumerables heridas abiertas, alcanzaba el corazón de las cosas, el núcleo que las hacía vivir. Lo que ahora veía se asemejaba a un desierto de hielo del cual sobresalían rocas agrestes. El viento barría cual vómito la llanura en que la realidad se había transformado; un viento que se solidificaba en hielo espeso y que cubría las rocas casi en su totalidad. Y las tinieblas sobrevinieron, cercando su campo visual. Apenas atisbaba un exiguo vislumbre.

    Pero esto es una proyección mía, supuso. No es el universo el que está siendo sepultado por capas de viento, frío, hielo y oscuridad. Todo esto ocurre en mi interior, y aún así creo verlo en el exterior. Qué extraño, pensó: ¿está el mundo dentro de mí, contenido en mi cuerpo?, ¿cuándo sucedió? Debe tratarse de una manifestación de la muerte, se dijo a sí mismo. La incertidumbre que siento, este lento hundirme en la entropía, éste es el proceso, y el hielo que observo es el resultado del éxito del proceso. Cuando cierre los ojos, pensó, el universo entero desaparecerá. ¿Pero qué hay de las diversas luces que debería ver, las entradas a nuevas matrices? ¿Dónde está en concreto la luz humeante y rojiza de las parejas que fornican? ¿Y la luz pálida y triste que envuelve la avidez animal? Todo lo que puedo discernir es la oscuridad invasora y la absoluta pérdida de calor, una llanura que se enfría, abandonada por su sol.

    Esto no puede ser la muerte normal. Es antinatural, el momentum regular de la disolución ha sido reemplazado por otro factor impuesto, por una presión arbitraria y forzada. Quizás alcance a comprenderlo, pensó, si al menos puedo tumbarme y descansar, si consigo la energía suficiente para pensar. »


(Philip K. Dick: Ubik. 1969) 
(Traducción: Susana R. Verano)

 Portada de la primera edición de Ubik, de Philip K. Dick.
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