lunes, 7 de junio de 2010

LORCA Y EL SURREALISMO DE LO INQUIETANTE

mundo deshumanizado
En estos días de crisis económica, violencia israelí e impasibilidad mundial pienso mucho en los versos de Poeta en Nueva York, que son la apuesta por los oprimidos y las obsesiones íntimas de Lorca. Esta obra es la más surrealista de las lorquianas. ¿Quién dice que el surrealismo es solo una extravagancia? Falso. Estos son posiblemente los versos más desgarradores que jamás se han escrito. Expresan el horror ante la clamorosa falta de raíces naturales, ante la ausencia de una mitología unificadora y universalizable o de un sueño colectivo que den sentido a un mundo que es impersonal, violento, desgarrado y deshumanizado.
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El poeta se encuentra frente a una ciudad (una sociedad) hecha de acero y dinero, que se hunde durante el crack del capitalismo. Nueva York (Occidente) es para Lorca el símbolo infernal del siglo XX, "máquina destructora de la conciencia, devoradora del ser, ...donde nadie parece ser y donde un día todo estará al revés".

MUERTE
(Poeta en Nueva York, 1929-30)

¡Qué esfuerzo!
¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro!
¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!
¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!

Y el caballo,
¡qué flecha aguda exprime de la rosa!,
¡qué rosa gris levanta de su belfo!

Y la rosa,
¡qué rebaño de luces y alaridos
ata en el vivo azúcar de su tronco!

Y el azúcar,
¡qué puñalitos sueña en su vigilia!
Y los puñales diminutos,
¡qué luna sin establos, qué desnudos,
piel eterna y rubor, andan buscando!

Y yo, por los aleros,
¡qué serafín de llamas busco y soy!
Pero el arco de yeso,
¡qué grande, qué invisible, qué diminuto!,
sin esfuerzo.
. Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo (Salvador Dalí, 1943).
Fuente: Óleos sobre estrellas
- "Galería Salvador Dalí"
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CIUDAD SIN SUEÑO
(NOCTURNO DEL BROOKLYN BRIDGE)
(Poeta en Nueva York, 1929-30)


No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

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Fuente: Amigos del Espectáculo
"Las Mujeres de Lorca (Teatro)"


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"El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida."
(Federico García Lorca)

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