martes, 9 de febrero de 2010

LA IZQUIERDA ESTÁ MUERTA

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El mundo es de derechas. España es de derechas: la derecha en que se ha constituido el PSOE desde hace décadas y la extrema derecha que es y siempre ha sido el PP. Y eso es así porque, desgraciadamente, el temor a perder el vomitivo bienestar que tenemos impide a las personas del mundo occidental ser otra cosa que no sea conservadores. Somos un manojo de miedos e inseguridades. La ideología no existe. La izquierda está muerta.
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Subscribo cada palabra de Suso de Toro en su artículo "¿Y si la izquierda ha muerto?", publicado en El País hace unos meses. Solo que yo no me lo pregunto (de Toro tampoco). Lo afirmo. Merece la pena leerlo todo.
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"Un mal resultado en las pasadas elecciones europeas dio pie a muchas preguntas sobre el desconcierto de la izquierda, las preguntas existenciales agónicas son parte de la naturaleza misma de la izquierda. No así la derecha, ya gane o pierda nadie se pregunta por su presente o futuro pues descansa sobre la certeza absoluta de que existe y existirá; aún más, de que la derecha es la expresión de la realidad. La derecha es "la gente normal", "apolítica" y cree en el Derecho Natural. La derecha descansa en la metafísica, la izquierda teme ser una contingencia histórica.

Creo que hay motivos para preguntarse esta vez por la izquierda. El secretario del Partido Socialista Español afirmó que la izquierda había perdido las elecciones por incomparecencia. En ese caso, ¿dónde estaba? ¿De viaje? Pero desde entonces no ha reaparecido para decir "aquí estoy de vuelta". ¿Y si se ha muerto?

Hace unos meses escribía aquí que, muerto el comunismo, a lo que existía habría que dejar de llamarle capitalismo, pues el capitalismo como ideología antagónica a aquél también pereció y lo existente pasó a ser otra cosa. ¿Y si resulta que la izquierda también está muerta? ¿Y si nos hallamos en un estadio nuevo en el que la dialéctica entre izquierda y derecha ya no es real, es una fantasía? Al cabo, estamos dentro de una crisis que está transformando la economía mundial y nuestras vidas.

El pasado va dentro de nosotros, pero el siglo XX se cerró completamente con Gorbachov, un siglo que llevó a cabo el programa nacido en Europa en el XVIII y el XIX. La "globalización", siendo la continuación de lo anterior, es un periodo nuevo de nuestra civilización. Quizá sea ahora cuando alumbre algo nuevo el malestar expresado en las críticas a la modernidad desde el siglo XIX, sea desde el integrismo católico, desde las artes o desde la escuela crítica de la razón de Frankfurt. Nietzsche escribió para este tiempo. Izquierda y derecha no son mónadas atemporales, son creación social en un lugar, Europa, y un tiempo concreto, pongamos que la Revolución Francesa. Y son relativas una a otra. Durante el siglo XIX y parte del XX Europa hizo un gran esfuerzo ideológico para ocupar el espacio desalojado por la religión con ideologías que tenían que abarcarlo todo, desde la moral y la vida íntima, hasta la gestión del Estado y la economía. Pero derecha e izquierda se asentaron sobre la dinámica de la vida social, el conflicto entre inercia y fuerza, entre estatismo y movimiento, entre mantener el estado de cosas o cambiarlo. Entre realidad y deseo. Esa dinámica existirá siempre, pero en cada lugar y en cada momento adopta lenguajes, ideologías, programas distintos.Creo que no tiene mucho sentido seguir escudriñando nuestro alrededor en busca de una izquierda reconocible bajo el aspecto de socialdemocracia, revolución o cualquier otra forma histórica. Aunque me parece que es inevitable, necesitamos referencias, figuras, para reconocernos e identificarnos.

Se seguirá hablando de derecha e izquierda, pues aunque el tiempo histórico ha cambiado nuestras mentes necesitan saberse en un lado u otro. No nos basta afrontar cada dilema de modo particular y tomar posición en cada ocasión, necesitamos la doctrina y el grupo, pero no debiéramos exigir que esa tal izquierda se adapte a nuestra memoria generacional.

Creo que esa exigencia se le hace a la izquierda que hoy gobierna en España. Las políticas concretas de ese gobierno son mejores o peores, discutibles, mejorables, pero son un fruto de este tiempo; confrontarlas con las políticas del pasado no ilumina nada.
.... Menos los especuladores y la gran empresa, todos estamos afectados en nuestros intereses, nos está resultando muy difícil competir por los recursos y añoramos los marcos nacionales, pero nuestras muy comprensibles reclamaciones no son necesariamente de izquierdas.

Ya que necesitamos ficciones sociales seguramente sea necesario actualizar la izquierda a nuestro tiempo. Tendría que ser desde cada sociedad, convergiendo en una izquierda global. Pero una ficción, un argumento literario, se construye con uno o varios conflictos y con protagonistas. Los conflictos no es tan difícil localizarlos, pues igual que hay una izquierda que se imagina izquierda, también hay una derecha que se imagina derecha, y es muy activa. La derecha, con su ideología heredada, en la que finge creer, y su lista de intereses a defender, dibuja en hueco el programa de la izquierda.

En España, de trazar un programa de izquierdas se encarga esta derecha nacionalista, ultraconservadora, antisocial, autoritaria y defensora de privilegios heredados. Pero si la izquierda fuese meramente la respuesta al programa de la derecha se reduciría a una organización gremial de afectados por la derecha; si renace tendrá que hacerlo desde la gran tradición europea del Humanismo, pero abriéndose también a las corrientes humanizadoras que nacen en este nuestro mundo abierto.

Pues la melancolía, la imaginación de otra vida mejor y la crítica y el deseo de cambiar lo que parece injusto anidan en seres humanos de cualquier parte, no sólo en Europa.

Lo que no está tan claro es quiénes son los, las, protagonistas del argumento, dónde está el sujeto de la izquierda.

Los intelectuales que no se han pasado a la derecha están todavía perdidos buscando con su linterna, veremos si alumbran algo nuevo. Los trabajadores asalariados, representados por los sindicatos, lógicamente no pueden crear otro horizonte que no sea asegurar sus trabajos en peligro.

Y las generaciones jóvenes, que son los intérpretes del espíritu de su época, están atrapadas en una bolsa de irrealidad. Al negarles a los jóvenes hacerse adultos, mediante su reducción a peterpanes consumidores y negándoles un trabajo con perspectiva que les permita integrarse socialmente en el continuo de generaciones, los hemos encerrado en un limbo, un perpetuo presente sin futuro. Si Europa no tiene más izquierda es porque los europeos no la quieren.

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Gerardo Díaz Ferrán (presidente de la patronal CEOE) y
José Luis Rodríguez Zapatero (presidente del gobierno español).
Montaje: Susana R. Verano.

Bastantes de los males que le atribuimos a las izquierdas existentes son en realidad nuestras limitaciones. La izquierda está descalabrada en Europa porque los europeos no pretenden cambiar lo que hay, quieren detener el tiempo o volver a un pasado que les permitió veranear en Marbella, Mallorca, Cancún, Túnez, Eslovenia... Queremos organizaciones sindicales y políticas que nos garanticen que la vida va a ser como era antes, que nuestros puestos de trabajo no van a ser ocupados por inmigrantes a bajo precio, que nuestros productos no tengan que competir con las importaciones de otros productos fabricados con dumping."

(Suso de Toro: "¿Y si la izquierda ha muerto?", en El País, 15/08/2009)
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"P$O€" (Susana R. Verano)
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"Democracia: es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística."
(Jorge Luis Borges)
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4 comentarios:

Jesús Ruiz Pérez dijo...

Suso de Toro sigue apoyando al PSOE. Primero afirma que se equivocan quienes, desencantados con "la izquierda que hoy gobierna en España", le exigen fidelidad a la socialdemocracia (obsoleta). Y defiende sus actuaciones, o al menos les concede el beneficio de la duda, ya que podrían constituir una nueva forma de progresismo, que aún se está fraguando: "Las políticas concretas de ese gobierno son mejores o peores, discutibles, mejorables, pero son un fruto de este tiempo; confrontarlas con las políticas del pasado no ilumina nada".
El apoyo a lo que padecemos, como mal menor, se basa en un truco que no se esfuerza en ocultar: el articulista empieza hablando de las críticas al Gobierno por su falta de izquierdismo, pero acaba con el diagnóstico de que nadie quiere ya auténticas políticas de izquierda, sólo la defensa de su propia posición (el único programa de izquierdas vigente, en uso, según veremos). Entonces: ¿quiénes son los desencantados con la izquierda real? ¿quiénes aquellos que no la votan por incomparecencia?
Un último detalle: Suso de Toro refuerza el bipartidismo daltónico actual, recurriendo al antiguo "que vienen, que vienen", aquel que dio a Felipe González su última victoria electoral. Porque reconoce una virtud al PSOE: evitar que gobierne el PP, aunque se reduzca a funcionar como una "organización gremial de afectados por la derecha". "En España, de trazar un programa de izquierdas se encarga esta derecha nacionalista, ultraconservadora, antisocial, autoritaria y defensora de privilegios heredados". ¡Qué miedo! Porque son tan parecidos los dos grandes partidos...

Susana R. Verano dijo...

No creo que de Toro apoye al PSOE en este artículo, pienso que se trata más de un diagnóstico y de una crítica que de una adhesión.

Para empezar, lo que a mí me interesa, por encima de cualquier cosa, de cualquier adhesión política más o menos explícita, es que exista la crítica a lo que hay (como en el artículo), incluso a la propia adhesión política de uno, si es preciso. Porque hoy esto apenas se produce. Además, apoyo cualquier diagnóstico acertado. Y creo que este artículo cumple los dos requisitos. Ya es mucho.

No lo interpreto como tú, pero en todo caso creo que me da igual si Suso de Toro sigue apoyando al PSOE, aunque lo haga como mal menor. No estoy segura de que sea como dices, de que le conceda el beneficio de la duda o que crea que es posible construir una izquierda nueva desde el PSOE.

Nos guste o no, tiene razón, nadie quiere ya auténticas políticas de izquierda, sólo la defensa de su propia posición. Si quieres lo dejamos en "casi nadie". Pero es así. Sobre lo que dices de ¿quiénes son los desencantados con la izquierda real?, ¿quiénes aquellos que no la votan por incomparecencia?... Para empezar no hay una izquierda real. Y contestando a la pregunta, pues son esos "casi nadie". A los demás, como dice de Toro, les da igual, solo les preocupa conservar lo poco que tienen, y votarán al partido que represente el mal menor en cada momento, porque no hay más.

No creo que el escritor refuerce el bipartidismo cuando dice: "En España, de trazar un programa de izquierdas se encarga esta derecha nacionalista, ultraconservadora, antisocial, autoritaria y defensora de privilegios heredados. Pero si la izquierda fuese meramente la respuesta al programa de la derecha se reduciría a una organización gremial de afectados por la derecha". Porque termina pensando en el renacer de la izquierda, que para él no existe: "si renace tendrá que hacerlo desde la gran tradición europea del Humanismo, pero abriéndose también a las corrientes humanizadoras que nacen en este nuestro mundo abierto."

Jesús Ruiz Pérez dijo...

Tras tu respuesta, caigo en la cuenta de que me he desviado del tema. Tal vez en mi primer comentario sólo reflejo obcecación en aquello que quiero pensar: me cuesta aceptar que una mayoría de europeos se haya acomodado a las crecientes cotas de dolor y privaciones, y sólo aspire a minimizar el propio perjuicio. Creo que hay solidaridad, como demuestra la reciente oleada de ayuda para Haití. Creo que hay aprecio por los derechos sociales, como demuestra la indignación general que entre los asalariados ha despertado el anuncio de que se recortarán (de modo encubierto) las pensiones. El propio Estado del Bienestar es patrimonio de la izquierda, y todavía no se cuestiona abiertamente, aunque corremos el riesgo de que acabe sin contenido. Creo por todo ello que hay motivos para pensar que sigue habiendo una mayoría de izquierdas, en España y en Europa. Pero es invisible: queda al margen del poder. Cada vez más nos parecemos a esos países latinoamericanos donde el FMI y el Banco Mundial dictan la política al Gobierno, sea del color que sea, y éste aplica la receta neoliberal contra su propio pueblo.
¡Power to the people! Esa es la solución, y no un nuevo partido político que vaya trepando con lentitud por el engranaje electoral hasta el lugar desde el que traicionará, de nuevo, a sus votantes.

Susana R. Verano dijo...

Estoy de acuerdo contigo en todo, excepto en lo que has dicho sobre que en realidad somos una mayoría de izquierdas. No lo creo. Somos una minoría, numerosa (según criterios), pero minoría. Con respecto a la solidaridad para con Haití, yo creo que más que solidaridad es mala conciencia, y los solidarios no han sido tantos.

De todas formas, no te has desviado del tema y no creo que te obceques con aquello que quieres pensar. Y tus reservas para con Suso del todo no son equivocadas. Es solo que a veces, también me ocurre, los simples diagnósticos (aunque sean acertados) y las críticas se nos antojan insuficientes o leves y queremos más. Tiene gracia que esta vez te haya ocurrido a ti. Me refiero a que normalmente los comentarios ligeramente exaltados suelen provenir más de mi lado. Cuando he terminado de leer tu comentario anterior he sonreído por esta razón, tú parecías yo y yo parecía tú. Estas cosas me encantan.