martes, 19 de enero de 2010

LAS COMPARACIONES ODIOSAS DE LA ODIOSA IGLESIA

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Hace unos días, el nuevo obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla Aguirre, dijo lo siguiente en una entrevista que concedió a la Cadena Ser:

"Existen males mayores que los que esos pobres de Haití están sufriendo estos días, ¿no? (...) Nosotros nos lamentamos mucho de los pobres de Haití, (...) pero igual también deberíamos llorar por nosotros, por nuestra pobre situación espiritual, por nuestra concepción materialista de vida. Quizás es un mal más grande el que nosotros estamos padeciendo que el que esos inocentes también están sufriendo."

Cualquiera podría decir: bueno, solo es un obispo que ha metido la pata en una entrevista, donde trataba de impresionar con su discurso a una mayoría de oyentes de "izquierdas" en un medio de comunicación de "izquierdas". Pero no es así. No es una simple metedura de pata. La Iglesia piensa realmente eso.

Y escuchando "delicias" como estas de boca de los guías espirituales del catolicismo, una se pregunta cómo es posible que la gente todavía siga a estos farsantes, que acudan a las parroquias a escucharles, que en la declaración de la renta marquen la X en la casilla de la Iglesia...

"In Te Confido" Portada de la página
web de Monseñor Munilla, obispo de San Sebastián.

En una comparación odiosa, este representante de Dios en la Tierra relega a una posición secundaria la tragedia de Haití, otorgando preeminencia a nuestro abandono espiritual. Para él (y para la Iglesia) es más trágico no creer en Dios, no comulgar con Él y con los mandatos de la Iglesia, que las muertes y el desastre de los haitianos... O de una mujer que aborta, o de un hombre al que se le aplica la eutanasia, etc.

Como bien dice Juan Cruz en su artículo "Llora y se pone a llamar a Jesús": "La arrogancia de la Iglesia tiene estos rescoldos, estos representantes que esparcen falta de compasión y muestran este desdén por el dolor real, tangible, por la muerte de los seres humanos, en nombre de su arbitraria interpretación de lo que ellos consideran lo espiritual. Andan por la vida como si el catecismo fuera de acero, lo llevan en la mano para arrojarlo sobre las cabezas de los descreídos, y en nombre de su creencia ignorar el sufrimiento, porque no son capaces de padecer."

Esta no es sino una demostración más de lo que hay: la Iglesia y sus ministros viven al margen de la realidad. Son ciegos y sordos, pero desgraciadamente no son mudos. Aunque, pensándolo bien, lo cierto es que son igual de conscientes que los demás, y simplemente practican la hipocresía por las mismas razones de siempre. Su voz y su presencia solo sirven a sus propósitos: engañar para sobrevivir, para preservar su cuota de poder e influencia y esa vida opulenta que han mantenido desde su nacimiento y a lo largo de la historia. Lástima que tantos ignorantes escuchen y acepten sus mentiras. Lástima que los medios de comunicación les sigan prestando micrófonos y espacio para expresar sus estupideces y su inhumanidad.
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Solo tengo una cosa más que decir: que la Iglesia, sus ministros y sus predicamentos se vayan al infierno y nos dejen en paz.

Forges (El País, 07-01-2008)

"Aquellos que anuncian que luchan en favor de Dios son siempre los hombres menos pacíficos de la Tierra. Como creen percibir mensajes celestiales, tienen sordos los oídos para toda palabra de humanidad."
(Stefan Zweig)

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