martes, 8 de diciembre de 2009

MILENIOS DE FUEGO GREGUISCO... Y CONTINUARÁ...

guerras
«El fuego greguisco se extingue con dificultad, porque el agua no lo apaga. Existen ciertas sustancias cuya explosión produce tanto ruido y asombra tanto al alma, que si las encendieran súbitamente y de noche, no podrían resistirlas ni una ciudad ni un ejército; serían más ruidosas que los truenos. Existen fuegos que deslumbran tanto como los relámpagos; y es de suponer que con artificios como éstos aterró Gedeón al ejército de los madianitas. Nos da una prueba de esto ese juego de niños que se verifica en todo el mundo. Meten en un tubo una cantidad de salitre, forzándola con una pequeña bala del tamaño de una pulgada, y la hacen reventar, produciendo un ruido semejante al que produce el trueno, y del tubo sale una exhalación de fuego que parece un rayo.» (Roger Bacon, Opus Maius, 1267).

Tiene mucho sentido que el Doctor Mirabilis ("doctor admirable" llamaban a Bacon) comparase la pólvora y los fuegos de artificio con el fuego greguisco y su poder destructivo e inextinguible, que se remontase a él. Me pregunto qué diría del fuego greguisco de los siglos XX y XXI, la bomba atómica.
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El fuego greguisco (Codex Skylitzes Matritensis, siglo XII).
Fuente: Wikipedia - "Fuego griego".

El fuego greguisco o griego (ignis graecus) es uno de esos famosos enigmas históricos. Se trata de una devastadora arma naval del siglo VII, una mezcla incendiaria que se inventó en Bizancio para abrasar las naves enemigas, las naves musulmanas. Al parecer, su inventor fue un cristiano huído llamado Calínico, arquitecto de Heliópolis (actual Baalbek, Líbano), en 628. De él hizo uso el emperador Constantino IV, llamado Pogonato o "El Barbudo", para quemar la escuadra marítima de los sarracenos.

Se dice que Calínico (Kallinikos) recibió la fórmula secreta de los alquimistas de Alejandría. En primer lugar era necesario construir una especie de lanzallamas, que vomitaba un chorro de líquido ardiente, una mezcla viscosa que se cree compuesta por petróleo en bruto o nafta (flotable), azufre (que emite vapores tóxicos en su combustión), cal viva (que libera mucho calor al entrar en contacto con el agua), resina (para activar la combustión de los ingredientes), grasas para aglutinar todos los elementos, y nitrato potásico más salitre (que desprende oxígeno al prender, permitiendo que el fuego continúe ardiendo bajo el agua). Tras lanzar la mezcla a través de los lanzallamas, ésta entraba en ignición al contacto con el agua, incendiando las embarcaciones enemigas.

Su poder residía en el hecho de que no se apagaba con el agua, ni siquiera sumergido. Seguía ardiendo. Por ello, todos le atribuían un sentido mágico, producto de la brujería. El mayor temor del hombre de aquella época (y de hoy) siempre fue morir quemado.

Aunque también se empleó en tierra, se trataba de un arma preferentemente naval. Y gracias a este invento, entre otras razones bélicas-estratégicas, Bizancio logró frenar la expansión musulmana durante ocho siglos. ¿Os recuerda a algo?

Se me ha ocurrido contar esto porque pensaba en ello mientras veía un vídeo que alguien colgó en youtube. Es un repaso rápido y sonoro de las guerras de los últimos 1000 años. Todo en menos de 5 minutos. Pensé en ese primer "arma de destrucción masiva" e iba tratando de recordar las de cada centuria hasta hoy. La alquimia al servicio de la guerra y la destrucción. Y es que cuando se trata de destruirnos, somos únicos.

Por cierto, he notado que al vídeo le faltan unas cuantas guerras. Como sea, sólo se me ocurre una conclusión:

¡Es un milagro que sigamos aquí!

“Si un alma malévola se propone causar un perjuicio a otra persona, lo desea fervientemente y lo anhela de modo único y piensa vehementemente que podría hacer daño, no existe ninguna duda de que la naturaleza obedecerá a los pensamientos de este alma”.
(Roger Bacon)

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